Aureliano Alfonzo Barrios, nacido un 26 de diciembre en Caracas, Venezuela
Desde que comencé a garabatear mis primeras letras, tuve la manía de dibujar. Mi predilección eran las casas. Siempre las pintaba con una puerta abierta entre dos ventanas. Todas tenían un camino curvo que ondulaba hacia la entrada. Espirales de humo salían de sus pequeñas chimeneas, señalando el rumbo de un viento imaginario. Del horizonte sin montañas, subían blancas cúpulas representando nubes. Dos pequeñas curvas eran pájaros volando. Y nunca les faltaba el disco amarillo del sol y un redondo árbol atiborrado de manzanas.
Eran iguales a los dibujos de todos los niños. La diferencia estaba en la cantidad y no en la calidad. Lo que más me impulsaba hacia esa prolífera creación, eran los espacios invisibles que rodeaban a las casas, a los cuales quería pintar y no podía. Cuando concluía un dibujo , lo contemplaba durante largo tiempo, introduciéndome en él, soñándolo, dándole la vida de una película ficticia. Así fui creciendo, emborronando cualquier papel que se pusiera al alcance de mi mano.
Observando esta innata inclinación, mi tía Carmen Alfonzo Rivas, hermana de mi padre, pintora de oficio y profesora de arte, dirigió mis primeros pasos en la pintura. Me reveló los conocimientos básicos de la línea y del color, los secretos de la luz y de la sombra, las técnicas del óleo, la plumilla y la acuarela. Cuando ella murió, me dejó sus pinceles, sus paletas y sus tubos de pintura. Con ellos pinté --cuando tenía catorce años--- mi primer óleo que titulé “BARLOVENTEÑA”.
Alternando con mis estudios de bachillerato, siguió luego un largo período de aprendizaje autodidacta, durante el cual, estimulado por mi padre, continué incrementando mi disposición por la pintura.
Aproximadamente a mis dieciocho años, ocurrió algo que marcaría mi formación integral: el contacto frecuente con mi primo y padrino, el profesor Juan Bautista Plaza Alfonzo, compositor y musicólogo insigne, humanista erudito y excelente maestro, bajo cuyo tutelaje se formaron varias generaciones de distinguidos artistas venezolanos. Él me llevó de la mano hacia las otras alturas de la creatividad: la cósmica proporción áurea, el ritmo pictórico, las vibraciones del color, las conexiones entre las artes visuales y auditivas, y muchos otros contenidos esenciales.
Al finalizar el bachillerato, me encontré ante la disyuntiva de hacerme arquitecto o comunicador. Opté por ambos. Comencé a trabajar como guionista en Radio Caracas Radio e ingresé a la recién abierta Escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Allí, además de dar rienda suelta a mi antigua afición de “pintar casas”, pude expandir mis inquietudes artísticas, en materias relacionadas como Historia del Arte, dibujo a mano suelta y modelado.
Pero la aventura de la comunicación fue más fuerte. Abandoné la universidad y entré de lleno en el también fascinante mundo creador de la radio, la televisión y la publicidad. Publiqué dos revistas: “Artium” y “Marina”. Fundé una imprenta: “Editora Artium”. Pasé por la noticia en “El Informador” de Venevisión. En “Tiuna Films” logré una importante incursión en el medio Cine, como director y guionista de documentales.
¿Y la pintura?
Nunca la he dejado. Continúo pintando. He vendido muchos cuadros a través de galerías locales o por encargo. También he donado algunos a amigos y familiares. Otros los conservo. Actualmente me dedico a pintar y a escribir.